Este jueves el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) publicó su informe trimestral sobre distribución del ingreso que se desprende de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) en 31 aglomerados urbanos de Argentina. De allí se desprende una una realidad alarmante para la clase trabajadora, el 80% de los asalariados percibe menos de $880.000 al mes, y el 50% no llega a ganar más de $500.000. Trabajar para no llegar a fin de mes.
Del informe también se desprende que creció un 5% la población desocupada ubicándose en 3,6 millones de personas. De los asalariados por su parte, las mujeres perciben un ingreso medio de $546.317, un 27,7% menos que los varones ($754.820).
En cuanto al ingreso de los hogares, la mitad no llegó a cubrir la canasta básica familiar (para 4 personas) ubicada en $935 mil en promedio del trimestre. El 10% de los hogares más ricos obtuvieron un ingreso 16 veces mayor que el 10% más pobre.
El informe detalla que los ingresos de las familias siguen perdiendo contra la inflación. La suma total de sus ingresos en el tercer trimestre se ubicó en $ 12.327.531 millones que representan un incremento de 238,6% con relación al mismo período de 2023, ubicándose 2,2 puntos porcentuales por detrás de la suba de precios promedio del trimestre que, según el mismo INDEC, se situó en un 236,4%.
Sin embargo, el impacto de la evolución de los ingresos no fue homogéneo para los distintos estratos de clase. Los que sufrieron el mayor impacto fueron los sectores medios que resignaron ingresos de un año a otro por un 3% en términos reales. Se trata del segmento de la población ubicado entre el 50% y el 80% según su nivel de ingreso. Los deciles más acomodados, que representan el 20% más rico de la población percibió una mejora del 3.04% en sus ingresos en términos reales.
En cuanto a los asalariados el informe muestra una caída del 1,6% en el salario promedio. En el tercer trimestre de este año el salario promedio se ubicó en los $640.470 cuando en 2023 llegaba a los $192.287.
Ajuste y complicidades
El gobierno de Milei, en su afán de implementar un “ajuste histórico”, ha contado con la complicidad de sectores de la oposición y de la burocracia sindical. Mientras se anuncian recortes y se celebran metas fiscales exigidas por el FMI, millones de trabajadores y trabajadoras ven cómo sus ingresos se deterioran.
Ante este panorama, es urgente que los sindicatos de la CGT y la CTA rompan su pasividad cómplice y se pongan a la cabeza de un verdadero plan de lucha contra el deterioro de los ingresos de trabajadores y jubilados que sufrieron fuertemente la “motosierra” de Milei, como también del conjunto del plan de Milei.
Es necesario un aumento de emergencia para recuperar lo perdido en términos salariales, jubilaciones y programas sociales. Además, es urgente establecer un salario mínimo que iguale a la canasta básica familiar y jubilaciones que de mínima igualen a la canasta de la tercera edad, además de que ambos se ajusten automáticamente por inflación.