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Pepe Perretta, el artista que emocionó a Maradona

Las coordenadas para llegar al taller de José “Pepe” Perretta tienen la siguiente indicación: “puerta negra, galpón de dos pisos negros, único en la cuadra”. El lugar está anclado en Villa Celina, localidad correspondiente a La Matanza, y ahí se pintan las banderas y telones de todas las hinchadas del fútbol argentino. E incluso, vale aclarar, también se han mandado a países vecinos y de Europa. La cuenta hasta acá, a lo largo de estos 21 años, dice que son 141 telones, 90 mil banderas y que varias fueron a 33 destinos diferentes del mundo.

El responsable de la aventura es Pepe Perretta, un hombre de casi 50 años, con una larga barba entrecana y los brazos repletos de tatuajes. Sus primeras experiencias con la pintura fueron a través de carteles, persianas y murales. Pero antes, de los 13 trabajó con su padre en verdulerías del Mercado Central.

Hasta dar con el ambiente del fútbol, pintó todo lo que pedían. En la familia no había mucho quorum para esta actividad porque lo primero que se pensaba era que “con las pinturitas te vas a cagar de hambre”.

A pesar de las suposiciones, insistió con su pasión de pintar y a mediados de los 90 realizó un curso de aerografía, cuando todavía esa técnica no estaba de moda. Lo hizo con el fin de pintar su moto, luego terminó utilizándolo para todo. Primero, en los locales comerciales del barrio y algunos murales, y después en las banderas que hizo para los amigos que le pedían para los clubes de los que eran hinchas. Hasta ese momento, finales de 2001, todo era un boca a boca muy cerrado y los encargos eran de gente allegada.

Perretta pinta banderas y telones de las hinchadas del fútbol argentino Ricardo Pristupluk�

El salto lo dio a partir de un pedido que le hizo otro amigo para el cumpleaños de 15 de su hija. Todos fanáticos de Boca, le pidieron que pintara varias banderas con el retrato de la cara de ella. Eso se colgó en las paredes del salón, al cual asistieron varios integrantes de La 12 con sus bombos para tocar parte de su repertorio tribunero y la fiesta fue un éxito. Al final, la facción de la hinchada Xeneixe quiso saber más de Pepe y pidieron su contacto. Lo buscaron y nació el primer gran encargo: pintar el telón para decorar la tribuna que comanda Rafael Di Zeo.

“No era cualquier cosa, era un bicho gigante, uno de 20 metros por 20, tamaño que alcanzaría para cubrir, por ejemplo, media cancha de papi. Fue un torbellino, no sabía ni por dónde arrancar: la complejidad no solo era el tamaño, sino que, además, el trapo mismo debía estar encabezado con ‘Jugador N’ y abajo tenía que emerger un ‘12′ gigante, y bordeado por un círculo aún más inmenso”, escribe Pepe en El artista del tablón, el libro que acaba de sacar por intermedio de la editorial Milena Caserola.

Aprovecha para aclarar que esto que hizo no fue el primer telón de La 12, sino que fue el primero con la técnica de la aerografía. “Ahí se pueden lograr efectos más reales, como volúmenes, sombras y brillos. Con un pincel, brocha o rodillo, en esas dimensiones no se logra”, dice en dialogo con La Nacion.

“El día del estreno en la cancha de River, me di cuenta la dimensión que significaba un telón para un hincha y que estábamos haciendo algo distinto, ver a la gente emocionarse al lado nuestro, abrazarse el abuelo, el hijo y el nieto, tres generaciones juntas, por algo que hiciste es algo único y como artista eso es impagable”, revive con emoción.

El boca a boca entre las hinchadas se expandió y todos fueron a buscarlo con el objetivo de encargarle una bandera más grande que la que había hecho antes. La competencia al palo. Llegaron pedidos de Racing, River, San Lorenzo, Huracán, Quilmes, Morón, Almirante Brown, Chacarita y de la mayoría de los clubes del fútbol local. El taller de Villa Celina que empezó con cuatro chapas y piso de piedra se amplió y la gente que comenzó a trabajar también. De ser él solo, llegó a tener 13 personas a cargo para poder cumplir con todos los pedidos.

Pandemia mediante, la situación económica se complicó y en la actualidad solo quedaron seis artistas. Se muestra agradecido con la vida por hacer lo que ama y recuerda que otro de los momentos emotivos que le regaló su profesión involucran a su padre y el pedido que le hizo River. A Los borrachos del tablón le diseñó la bandera que tiene una damajuana gigante, las Malvinas y el escudo. Fue un trabajo de muchos días porque tuvo que enfrentarse a algunas complejidades del diseño, pero la tarea se culminó y el día del estreno, fue a buscar a su papá, “el tano”, fanático del Millonario, a la verdulería del Mercado Central y lo llevó al Monumental. El partido elegido era un Superclásico.

Recientemente publicó un libro en que el cuenta su historia: «El artista del tablón»Ricardo Pristupluk�

Su padre, hasta ese momento, no mostraba ninguna reacción, expectativa. Si bien veía en la tribuna algunas de las banderas pequeñas que había pintado su hijo, seguía pensando lo mismo: “con las pinturitas te vas a cagar de hambre”. Llegó el momento de la salida de los equipos y cuando River puso un pie en el césped, estalló el estadio. Bengalas de humo, cánticos, papelitos. Cuando todo se calmó un poco, el telón de Pepe comenzó a desplegarse en la tribuna local y se festejó como un gol. Incluso él mismo por la rección de su papá.

“Solo me mira, no hace más que eso. Se le caen algunas lágrimas, y sigue mirándome, mirándome como cuando me miraba cuando era chico. Hacía años que no me miraba así. Yo también empecé a llorar, y, sin que preguntara algo, le dije ‘sí, sí, lo hice yo’. El viejo seguía sin emitir bocado, solo me miraba. Y de mí, al telón, del telón, a mí, y así varias veces. El tipo estaba en shock”, narra Pepe en su libro el momento de “aprobación”, después de tantas idas y vueltas por la elección de su profesión. “Nunca sentí un orgullo tan grande en mi vida”.

Hace dos años que el taller de Pepe se convirtió en un paseo turístico para personas de todo el mundo. La recorrida consiste en una charla sobre aerografía, además de las mil y una anécdotas con cada barra que le encargó una bandera. Luego, a los visitantes les enseñan a pintar y culminan con algunas actividades que consisten en poner el nombre del club sobre una tela o pintar el escudo. “Es una parada obligatoria para el fanático, para el hincha – dice y revela algunos detalles más–. También tenemos un mini museo en el taller: hay muchos regalos de hinchas, de barras, de jugadores, porque también hemos pintado a muchos jugadores al Kun Agüero, a la familia de Dybala, a Palermo y a la familia de Riquelme”.

Una vez conquistado el territorio de las hinchadas argentinas, Pepe se lanzó a buscar experiencias en las tribunas de países vecinos. Empezó acercándose en partidos de Copa Libertadores que se jugaban acá y con una carpeta debajo del brazo con todos sus diseños. Conoció el color de equipos de Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil. “Sacaba mi entrada, iba a la hinchada visitante y ahí fui contactándome con hinchas de Sudamérica. Después con las redes sociales, se hizo algo muy masivo”, explica y se anima a plantear algunas hipótesis que lo llevaron acercarse a hinchadas de otras partes del mundo.

“Calculo que esta locura de estar pintando y mandando banderas a 33 países es porque los hinchas y las hinchadas exportan todo el folclore argentino –analiza– y en este caso también quieren las banderas del que hace la gran mayoría de las banderas acá, a las hinchadas argentinas”.

Después de exportar su trabajo a distintas hinchadas de la región, quiso ir más allá. Agarró su mochila, otra vez la carpeta con los diseños, un aerógrafo y un soplete. Contó los ahorros que tenía, sacó un pasaje en avión y el primer destino fue Italia, más precisamente Nápoles. “Que mejor que ir a Tierra Santa. Yo llevaba un par de banderas, venía hablando con varias hinchadas de allá y venía pintando para la Fiorentina y Torino. Al Napoli le había mandado dos banderitas, pero nunca tuve contacto directo con el jefe de la hinchada –dice con una sonrisa–. Llevaba un par de banderas para vender, para poder costear los pasajes de tren porque son caros , y cuando saqué una obviamente del Napoli que era de 3 x 13, con la cara de Maradona, el tano me abrazó y los 14 días que estuve en Italia, tuve la mano de él en el hombro. Fue una hermosa locura”.

Y agrega: “Fuimos a un partido Napoli-Palermo y habían llevado esa bandera, con la cara de Maradona. En el entretiempo la bandera queda tirada ahí, como todas, y yo la levanto y empiezo a cantar: ‘Oh mamma, mamma, mamma, oh mamma mamma, mamma, Ho visto Maradona, ho visto Maradona’. En un momento era toda la curva VIP cantando esa canción, después eran las plateas y después la curva A, hasta que todo el estadio cantaba esa canción y el único loco con una bandera flameando era yo. Ahí dije ya está, toqué el cielo con las manos”.

Uno de los telones de Perretta que realizó para Vélez Sarsfield, el último campeón del fútbol local

–¿Llegaste a conocer a Maradona?

–Sí, lo vi dos veces. Una en Riestra y otra en Gimnasia. En Gimnasia, estaba un día en la oficina con mi señora y digo, tengo que tratar de tener un rato y una buena charla con Diego. Pensé ‘¿qué le podes regalar a este tipo, si ya le regalaron todo, tiene todo’.

–¿Qué le regalaste?

–Una bandera con la cara de él y doña Tota. Me acuerdo que le quería poner una buena frase y se nos ocurrió con mi señora: “María creo a Jesús, Doña Tota a Dios”. Agarré a mi hija y nos fuimos para un entrenamiento, estábamos colgando la bandera en el alambrado en la cancha donde entrenaba, me llama el de Seguridad y le llevamos la bandera. Cuando te encontras con Diego no te salen las palabras, te quedas duro, te tiembla todo, pero en mi caso fue al revés, pude movilizar al Diego. Cuando le abro la bandera, ve la cara de Doña Tota, fue un momento único en el que pude hacer emocionar a Diego con nuestro arte. Fue algo muy gratificante, que ni en mis mejores sueños lo podía imaginar. Para un maradoniano de mi edad, Diego marcó nuestra vida y con mi trabajo también me marcó, porque de la nada él armó un mundo y yo con mi trabajo también, en esas épocas no había aerografía en las banderas, y bueno, de la nada armé un mundo, armé un oficio”.

Pepe se sorprende al revivir todo lo que vivió a partir de pintar banderas. Es como si no lo creyera mientras lo cuenta, pero lo cierto es que su computadora explota de pedidos y los lugares de donde vienen son cada vez más curiosos. Muestra que tiene mensajes de un hincha de Grecia, otro de China, de Australia y de Corea. “Algunos te piden alguna frase, lo que se les ocurra. El de Grecia quería una especie de escultura griega con una frase, porque la escultura es representativa de ese club; el de China los escudos, frases y algunos retratos de jugadores”, repasa, a la vez que repasa los pedidos en la computadora. Se detiene y dice “de Estados Unidos, ya trabajamos con ellos”.

–¿Te queda algún sueño por cumplir con este trabajo?

–Soy un agradecido a la vida por el don que me regaló y le debo demasiado a este trabajo, sueños ya no tengo más, todo lo que venga es de yapa, de regalo. La idea ahora es el año que viene poder meter una sucursal en Estados Unidos, ya que le pintamos a 10 hinchadas de allá, aprovechar los últimos años de Messi y estar en el próximo mundial, porque en todos los mundiales mandamos banderas y siempre hay entre 60, 80 banderas de nuestro taller en cada mundial que juega Argentina, pero nunca pudimos estar. Quizás teniendo la sucursal allá resulte más fácil.

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