El novelista peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, falleció el pasado 13 de abril en Lima a los 89 años de edad. Durante sus últimos momentos con vida, lo acompañaron Patricia Llosa, sus tres hijos y sus siete nietos.
Sus hijos Álvaro y Morgana fueron quienes dieron a conocer el fallecimiento de su padre y Premio Nobel de Literatura 2010 a través de sus redes sociales.
“Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz. Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo”, se lee en el comunicado compartido.
El premio Nobel falleció a solo unos días de celebrar su 89° cumpleaños, el 28 de marzo pasado. La última voluntad de Vargas Llosa fue ser velado en estricto privado y que sus restos sean cremados.
La larga lucha contra una dura enfermedad de Mario Vargas Llosa
Vargas Llosa sabía desde hace casi cinco años que se iba a morir. Los médicos se lo anunciaron en el verano de 2020. Según explicó el entorno más cercano del escritor a el diario EL PAÍS, una de las primeras cosas que hizo tras recibir la noticia fue escribir una carta a sus tres hijos: Álvaro, Morgana y Gonzalo. En ella, les hablaba de su enfermedad, una enfermedad grave, en su caso sin cura, pero para la que había tratamientos que podían retrasar el desenlace final.
El escritor decidió pasar sus últimos meses de vida en su Lima natal, rodeado de los suyos y atendido en su propia casa por un equipo de profesionales. Su exmujer, Patricia Llosa, estuvo junto a él hasta el final.
Según dio a conocer la revista ¡Hola!, que logró conversar con integrantes de su círculo más íntimo, ‘Marito’, como le decían de cariño, “llevaba una semana malito”. Sus familiares decidieron viajar a Lima para acompañarlo en los últimos capítulos de su gran historia. “No fue de repente”, cita el mencionado medio.
Durante este último tiempo, mientras su salud se lo permitió, se dedicó a visitar los escenarios limeños de algunas de sus novelas más celebradas: el Colegio Militar Leoncio Prado y el antiguo barrio rojo de Lima, telón de fondo de La ciudad y los perros; la cárcel de San Juan de Lurigancho, vinculada a su novela Historia de Mayta; o el local donde se levantaba el bar La Catedral, que da nombre a Conversación en La Catedral.
En el mes de marzo, en vísperas de su 89 cumpleaños, regresó a los lugares donde ambientó sus dos últimas novelas, la zona de Cinco Esquinas, en Barrios Altos, que da nombre a Cinco Esquinas, y la inaccesible casa donde nació Felipe Pinglo, que le sirvió de inspiración para escribir Le dedico mi silencio.