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La voz de Europa

El infeliz ascenso de Donald Trump nuevamente a la presidencia de Estados Unidos pretendiendo “resetear” el mundo con la sofisticación de un picapedrero volvió a colocar las noticias internacionales en primera plana, como en la primera década del siglo pasado con las guerras mundiales.

El fenómeno lo trasciende y Trump mismo es una consecuencia de fuerzas que lo preceden y tienen a la vieja Europa, como siempre, siendo origen de Occidente. Y del Viejo Continente vinieron las dos voces que ocuparon el espacio que PERFIL dedica al reportaje largo y aspiracionalmente profundo de cada domingo. La semana pasada, el filósofo italiano Andrea Colamedici, creador del concepto “hipnocracia”, que vino a sustituir y actualizar el de fascismo, y esta semana, el politólogo europeo más interesante y original de la actualidad, el búlgaro Ivan Krastev, autor de cuatro libros aclamados: 1) Después de Europa; 2) Democracia interrumpida: la política de la protesta global; 3) En la desconfianza confiamos: ¿puede la democracia sobrevivir cuando no confiamos en nuestros líderes?; 4) La luz que se apaga. Cómo Occidente ganó la Guerra Fría pero perdió la paz.

Para Ivan Krastev, “Trump es débil en la comprensión psicológica de los demás. Cree que se puede intimidar a todo el mundo, pero el problema del orgullo es muy importante en el mundo moderno –título del reportaje–; quiere que Estados Unidos sea el ganador del proceso de desglobalización” y “cree, quizás equivocadamente, que puede separar a Rusia de China, jugando a Kissinger a la inversa”. La decadencia moral reside en que “Trump atacó la idea del excepcionalismo estadounidense. Dijo que lo único que debería ser excepcional en Estados Unidos no es su misión, sino su poder. No queremos ser mejores que otros, simplemente queremos ser más fuertes que otros”.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Para Krastev, “Europa tiene mucho miedo de que no podamos simplemente sustituir una dependencia, tecnológica y otras, de Estados Unidos a China” y paradójicamente “Putin es el verdadero padre de la moderna nación ucraniana. Básicamente obligó a estas personas, que vivían con esta ambigüedad, a tomar una decisión” porque hasta el comienzo de la guerra muchos ucranianos “hablaban en ruso, tenían parientes tanto en Rusia como en Ucrania y no les molestaba realmente la pregunta: ¿son rusos o ucranianos?”. Ahora sí porque cuando Trump le dijo a Zelenski “tienes las cartas débiles”, este le respondió: “No estamos jugando a las cartas. Estamos jugando a la vida y la muerte”, y ya hay alrededor de un millón de muertos de ambos lados en esta guerra.

Por la historia de Trump como empresario inmobiliario, “trata a todos como inquilinos. Para él, cambiar el mundo es un proyecto de gentrificación. Para gentrificar el mundo, debería venir gente más rica. Y cuando llegue la gente más rica, el barrio se convertirá en un lugar mejor y los precios de los inmuebles subirán, así que nadie debería estar en contra”. Pero no comprende que la Guerra de Ucrania no es por territorio, Rusia es un país enorme con exceso de territorio, sino por identidad, Rusia tiene su idioma, que hablan parte de los ucranianos, y la necesidad de aumentar su población con rusoparlantes porque “la falta de hijos es siempre la falta de una cierta forma de pensar sobre el futuro”.

Sus reflexiones sobre la decadencia de la democracia: sostiene que “si va a haber un monumento a la democracia, probablemente debería ser el monumento de un ciudadano que está dispuesto a cambiar su opinión después de que se le presenten ciertos hechos de discusión. La democracia se basa en la idea de que se puede persuadir a la gente para que cambie de opinión. Y lo que era la República de Ciudadanos, donde se elogiaba a quienes tenían el poder y la valentía de cambiar de opinión, ahora pasamos a la República de Fans, donde básicamente se trata a un partido político o líder como a un club de fútbol, y siempre se los apoya, y nunca se equivocan. Y, por cierto, cada vez que pierden, algo injusto ocurre”.

Sobre cuánto los nuevos medios modificaron la política, el politicólogo búlgaro dice que se “está haciendo muy difícil que la gente tenga realmente una opinión. Pueden tener reacciones. Tienen simpatía por ciertas cosas, pero tener una opinión no es fácil porque tener una opinión supone este tipo de distancia. Supone que pienso dos veces sobre algo. Pensar dos veces hoy en día no es popular”. Para él la izquierda quedó en el universo de los textos: “La izquierda nació en una teoría. La teoría giraba en torno a cierta idea del futuro, y el futuro estaba en los libros”. Respecto de la lectura dice que “lo que ha cambiado son dos cosas: la forma en que leemos y, además, que ya no estamos releyendo. La generación anterior había leído el mismo libro muchas veces y, de alguna manera, había un libro que nos había ido formando”.

Ivan Krastev no cree que la gente esté contra la democracia al votar líderes autoritarios sino que ninguna elección es mantenida porque las nuevas generaciones consideran que “vivir solo una vida es injusto. Y este tipo de vida y emociones son muy difíciles de captar por la democracia, porque Albert Hirschman, uno de mis científicos sociales favoritos, cuando escribía su gran libro Salida, voz y lealtad, tenía una gran definición de lo que es la salida y la voz, pero para él la lealtad se daba por sentada. Creía que era muy difícil para cualquiera abandonar su país, divorciarse, cambiar de afiliación política o de religión. Se sorprendería de lo fácil que es ahora”.

Sobre la inmigración, que considera la gran revolución del siglo XXI, sostiene que la gente viaja en el tiempo y no en el espacio: por un lado los de Europa de Este que no quieren esperar a que sus países se desarrollen como Alemania y emigran directamente a Alemania, y por el otro quienes no migraron pero quieren volver a la época en que su país era como antes. “La izquierda radical y la derecha radical, durante los años 20 y 30, fueron proyectos revolucionarios totalmente obsesionados con el futuro. Ambos eran pedagógicos. No les gustaba la gente tal como era. Todos ellos trataban de un hombre nuevo. El hombre nuevo de la izquierda, la utopía comunista, era muy diferente del hombre nuevo de la derecha. Pero todas trataban de hombres nuevos. La historia interesante del actual tipo de populismo autoritario es que le dice a la gente: nos gustas tal y como eres. No queremos cambiarte”.

Y sobre el conflicto de base, la distribución de la renta: “Cuando analizamos básicamente la izquierda y la derecha estadounidenses, estamos ante un choque entre el campus universitario, el campus universitario de la Ivy League y el club de golf. La coalición Trump es la guerra de los ricos, pero dirigida por dos grupos diferentes, por los superricos y por los pobres. Y por extraño que parezca, creo que este tipo de coalición con multimillonarios de un lado y una gente muy resentida del otro van ambos en contra de las instituciones porque una vez los pobres se sintieron traicionados por esta institución, y los superricos básicamente ya no necesitan estas instituciones”.

Lectura imprescindible.

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