Este viernes 25 de julio se cumplen 30 años de la muerte de Osvaldo Pugliese, un artista de una ética insobornable.
Pianista, compositor y director de orquesta con una mirada moderna hacia la música y una postura que sigue siendo en el mundo del espectáculo un ejemplo: lo cobrado por su histórica orquesta se repartía como una cooperativa; fue uno de los pioneros y mostró a un hombre coherente con sus ideas de izquierda.
Además, se convirtió en el mejor antídoto contra la mufa. Invocar su espíritu con un «¡Pugliese, Pugliese, Pugliese!» es suficiente para poder neutralizar las oscuras energías que podrían rodearnos. En caso de que esto no sucediese conviene pensar que quizás sin esta invocación todo podría haber sido mucho peor.
Pugliese es único en la música argentina, referente del tango y al mismo tiempo Santo Patrono de los Músicos, que no salen sin su estampita en el bolsillo.
Sobrevivió la censura
A pesar de haber sido por años prohibido en la radio como forma de censura política, la orquesta de Pugliese nunca perdió popularidad, la que fue construyendo desde el 11 de agosto de 1939, cuando debutó con su orquesta en el Café Nacional, con Amadeo Mandarino como cantor; al poco tiempo reemplazado por Augusto Gauthier. Su orquesta siempre funcionó como una cooperativa y eso, según el artista, fue la clave de su duración.
Fue sorprendente su convocatoria junto con su visión del tango y sus arreglos que lo mostraron como un adelantado a su tiempo. Desde el Nacional pasa a la radio El Mundo, la de mayor difusión, donde su popularidad se consolidó entre un nutrido grupo de seguidores del tango y del Partido Comunista, al que se había afiliado en 1936.
En los años donde Pugliese concibió su estilo musical y estético tuvo mucho que ver la influencia de Julio De Carlo y tres artistas de su orquesta colaboraron en darle forma al proyecto, el contrabajista Aniceto Rossi, el bandoneonista Osvaldo Ruggiero, que estuvo 30 años en la orquesta, y el violinista Enrique Camerano.
Una de sus primeras y más famosas composiciones fue Recuerdo, en 1924, con 18 años, tema firmado originalmente por su padre Adolfo Pugliese, flautista.
Según el libro Cien tangos fundamentales, de Oscar del Priore e Irene Amuchástegui (editorial Aguilar), le cedió la autoría a su padre por razones económicas ya que estaba pasando por problemas económicos. La letra era del poeta Eduardo Moreno.
En la Década de Oro del Tango, en los años ’40, Pugliese grabó varios temas que lo ubican en la llamada Nueva Guardia, una corriente de vanguardia dentro del género. Su orquesta, fiel exponente del estilo decareano, lanzó La yumba (1946), que se convirtió en el himno de la orquesta, Negracha (1948), Malandraca (1949), en los que Pugliese emplea síncopa y contrapunto.
También publicó Adiós Bardi (1944), Recién (1943), Una vez (1946) y El encopao (1942). Su fuerte presencia instrumental estuvo enriquecida por cantores como Gauthier, Roberto Chanel, Alberto Morán, Jorge Vidal y Jorge Rubino.
La cooperativa del tango
Ahora bien, si nos detenemos en uno de los aspectos centrales de la carrera de Pugliese, además de la música, fue el haber podido mantener su orquesta 55 años, una proeza que sólo unos pocos artistas han logrado, ya que se mantuvo hasta su muerte en 1995
“El asunto es que la orquesta por ser una cooperativa tiene la ventaja de que todos peleaban por su subsistencia, no era sólo una orquesta que peleaba por su nombre y este factor llevó a que el grupo se mantuviese firme y que enfrentase todos los problemas de manera conjunta”, comentó el artista.
“El hecho de que yo haya llegado a esta situación no obedece solamente a mi esfuerzo personal, sino que desde el vamos, desde la formación de la orquesta, hubo unidad de trabajo y de criterios. Siempre hemos buscado el orden de la orquesta, que empuje para adelante, sin descuidar lo artístico”, añadió en una entrevista.
Así, Pugliese mantuvo una coherencia ideológica tanto desde lo personal como desde lo artístico. “Nunca me consideré un artista sino un laburante de la música y un laburante bastante cómodo, porque trabajar, trabajan los de las fábricas, los del puerto. De todos modos, siempre me sentí uno más”.
Pugliese, nació el 2 de diciembre de 1905, en Villa Crespo, compuso unos 150 temas y grabó más de 600. Su carrera comenzó en 1920, en el trío del bandoneonista Domingo Faillac, en el Café de la Chancha y terminó 75 años después con su orquesta.
El amplio reconocimiento y respeto por Pugliese dentro de la música argentina, quedó claramente registrado en la celebración de su cumpleaños 80, cuando con su orquesta subió al escenario del Teatro Colón. Un festejo que coronó tantos años de talento y honestidad.
Pugliese antimufa
Cuenta la leyenda urbana que esa energía contra la mufa quedó en evidencia durante un concierto de Charly García, a comienzos de 1990. Había serios problemas de sonido y pasaba la hora y no se podían resolver lo cual ponía nervioso a todo el mundo hasta que empezó a sonar una grabación de Pugliese y el problema se arregló en ese mismo momento.
A partir de ese momento, la costumbre de repetir «Pugliese, Pugliese, Pugliese» se convirtió en un talismán a la hora de subir al escenario, de ahí fue sólo cuestión de tiempo que apareciera la imagen del Santo Patrono de los Músicos como estampita.
Entre las distinciones que recibió Pugliese en sus 89 años de vida sobresalen la medalla Alejo Carpentier, máxima distinción otorgada por Cuba; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L’Ordre des Arts et Lettres; en Buenos Aires fue declarado Ciudadano Ilustre y la Academia Nacional del Tango le concedió el título de Académico Honorario.
Además, en 2005 se inauguró el busto y monumento que lo recrea sentado en el piano junto a su orquesta típica en la esquina de Scalabrini Ortìz y Corrientes, a metros de su casa natal. Y años después, la estación Malabia de la Línea B del subterráneo pasó a llamarse Malabia-O.Pugliese.