Desde los primeros momentos de nuestra historia, en los que se necesitaba pasar desde un punto a otro y donde no existía un camino natural para transitar, el hombre buscó realizar diferentes construcciones para poder desplazarse y mover materiales.
Si bien su invención data de muchísimo antes, en 1850 se ergio el puente Britannia en Gales y marcó un hito histórico: fue el primer antecedente en el que la humanidad pasó a utilizar el acero para realizar estas construcciones, sobre todo por una cuestión de resistencia, costo y perdurabilidad en el tiempo.
A pesar de que el acero era un material conocido, recién con la invención del horno convertidor de Bessemer en 1856 y el desarrollo del proceso de Siemens-Martin en 1865, pudo producirse en grandes cantidades y a un precio eficiente. Dos de este tipo de construcciones son sumamente famosas y están en los extremos de los Estados Unidos: Golden State en San Francisco y el puente Brooklyn, que une esa ciudad con Nueva York.
Desde ese momento a la actualidad, la humanidad ha creado gigantes ejemplares con este material que han evolucionado a la movilidad y generando conexión entre regiones que eran de difícil acceso. Y así como hay ejemplares que son conocidos por nombre e historia en todo el mundo, aparece una estructura argentina que es valorada por la comunidad internacional por su estructura e ingeniería.
El Golden Gate, la imagen de San Francisco
Uno de los primeros en figurar en la lista es el Golden State. La estructura de acero fue inaugurada en 1937 y en ese momento, sus 2737 metros de extensión lo hacían el más largo del mundo. Cuelga de dos torres de 227 metros de altura la estructura diseñada por Joseph Strauss.
Su característica distintiva es el color. Se trata del international orange, actualmente utilizado con frecuencia en la industria aeroespacial. Esta pintura cubre dos roles: evitar la oxidación y hacerlo visible en medio de la espesa niebla de la bahía. La construcción cuenta con seis carriles para el tráfico de vehículos (tres en cada dirección) y se convirtió en la imagen de San Francisco.
El de Brooklyn en Nueva York, ícono turístico
En segundo lugar figura el famoso puente de Brooklyn, ubicado en la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos. Inaugurado en 1883, cuenta con 1825 metros de largo y la innovación que presentó en su momento fue el sistema de suspensión de la estructura, que está hecho sobre cables de acero.
No solo es un lugar turístico registrado, sino que también la industria del cinematográfica (fundamentalmente Hollywood) está enamorada del lugar, al que convirtió en escenario en innumerables películas.
El puente cuenta con la misión de conectar las zonas de Manhattan y Brooklyn, sobre todo durante la temporada invernal que congela las aguas y hace imposible el tránsito de los ferrys. La conexión posee dos niveles: el inferior, compuesto por dos calzadas de tres carriles para vehículos, y el superior, destinado a peatones y bicicletas.
El representante autraliano: Harbour Bridge
De un hemisferio a otro, aparece también uno ubicado en Sidney, Australia. En la bahía de la capital australiana se levanta el Sydney Harbour Bridge, una estructura de 50.000 toneladas de acero que se destacan por sus famosos arcos de carga.
Tiene una longitud total de 1149 metros con un trecho central de 503 metros. El responsable de la obra fue Jorn Utzon, durante los años 1924 y 1932. Cuenta con ocho carriles, cuatro en cada sentido. Además, en el plano inferior hay dos líneas de ferrocarril.
El curvo Helix, en Singapur
Otra de las emblemáticas estructuras con acero en el mundo de la movilidad se ubica en Singapur, donde aparece el famoso puente Helix, una construcción curva que permite atravesar caminando la bahía desde el centro hasta el sur. Son 280 metros que cuentan con miradores para observar el perfil de Singapur y los eventos que se realizan en Marina Bay.
Su nombre deriva de la doble hélice que representan las dos espirales de acero que, con sus 1650 toneladas de peso, le dan soporte. Para proteger a los peatones, la estructura prevé un esquema de vidrio y malla de acero perforada que hace sombra en el interior.
El puente argentino en Zárate – Brazo Largo
Ahora sí, el argentino. La obra pensada para conectar al litoral con el resto de nuestro país se empezó a planificar durante la década del 60 y se inauguró finalmente en 1977. La obra fue llevada adelante por Roberto Sanmartino, ingeniero que también diseñó el famoso puente Zárate – Brazo Largo.
Los puentes, que son ferrocarreteros están montados sobre obenques y tensores, con sus tramos principales construidos con acero y una losa de hormigón. Ambos unen Entre Ríos con Buenos Aires y tienen 550 metros cada uno. Atraviesan el Paraná Guazú y el Paraná de las Palmas, dos de los brazos en que se ramifica el Paraná en esa zona geográfica. Está elevado a unos 50 metros del nivel medio del agua, permitiendo la navegación fluvial.
LA NACION
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