“Es una historia de amor, es la película que queríamos hacer. Y tenía que ser lo más emocionante posible, ese fue el punto de partida”. Así describe -en la Vanity Fair italiana- el actor Daniel Craig su participación en Queer, la nueva película de Luca Guadagnino, en la que interpreta a William Lee, un hombre solitario y marginal en la Ciudad de México en los años 50. El nuevo rol marca un contraste radical con su legado como James Bond, el papel que lo catapultó a la fama internacional y lo definió como actor durante más de una década.
Sin embargo, este cambio de registro no llegó de forma instantánea: “Hace algunos años no habría sido capaz de enfrentar este rol, me habría parecido una exageración. Un intento de equilibrar lo que estaba haciendo para asegurarme de que la gente entendiera que era un actor versátil”.
En su entrevista, Craig explica que su paso de Bond a proyectos más personales como Queer fue un proceso largo y gradual. A medida que terminó su trabajo con el famoso espía, el actor comenzó a buscar proyectos que le permitieran regresar a sus raíces y explorar papeles más complejos. “Este proyecto llegó en un momento en el que, supongo, esperaba que algo así se presentara”, asegura.
En su nueva película, el actor asume el reto de interpretar a un personaje solitario y emocionalmente complejo: “Es un individuo profundamente solo, que busca desesperadamente amor y compañía, alguien con quien compartir su vida. Esta es una condición con la que puedo sintonizar”. Su interpretación de William Lee refleja una parte de sí mismo, con un personaje que busca conexión humana en un mundo donde la homosexualidad y las adicciones eran temas de marginales y peligrosos.
Para Craig, el proceso de sumergirse en el papel de William Lee fue una experiencia profundamente emocional. Aunque el personaje es complicado y está marcado por la soledad y el deseo reprimido, el actor encontró una empatía inmediata con él. “Sentí que estaba capacitado para hacerlo, que podía aprender a entender quién era, que quería hacerlo. Estaba realmente interesado”, comenta.
En su interpretación buscó dar vida a un hombre atrapado entre el anhelo de amor y la frustración de no poder alcanzar la conexión que tanto deseaba. Para él, el aspecto humano y emocional del personaje era lo que realmente lo atraía, más allá de las complejidades del guion o la trama misma.
Lo que más conmovió a Craig fue la soledad inherente a William Lee. En su visión del personaje, vio a un hombre que, a pesar de vivir en una sociedad que lo marginaba, aún luchaba por encontrar un sentido de pertenencia y amor.
Además, Craig subraya la importancia de la autenticidad de la relación entre los personajes, una relación que, aunque breve y marcada por el deseo, es poderosa. El actor destaca cómo la película de Guadagnino se aleja de los convencionalismos románticos y presenta una historia de amor llena de matices y contradicciones.
“La película es muy fiel a la historia, aparte del final, que Luca sentía la urgencia de mostrar: cuando esa extraña relación llega a un punto en que nos damos cuenta de que los dos son compatibles, están juntos. Realmente están aquí, uno dentro del otro, literal y figuradamente. Y sin embargo, no pueden serlo”, dice.
El vestuario en Queer no es solo una herramienta visual. Para Craig, forma parte integral de la construcción de su personaje. En la película, el vestuario juega un papel clave en reflejar la época y la soledad del protagonista. El actor se muestra muy interesado en la historia de la ropa masculina de esa época y explica que su fascinación tiene un gran componente familiar.
“Mi abuelo era sastre y mi madre nos cosía la ropa… En realidad, debía hacerlo, porque en ese tiempo la gente no tenía dinero. Ciertamente, mis abuelos no tenían, debido a la guerra y los racionamientos”, cuenta.
La colaboración con el diseñador de vestuario, Jonathan Anderson, fue fundamental para que los trajes en la película fueran auténticos, porque los trajes de los años 50 fueron seleccionados cuidadosamente, con un enfoque en la calidad y la historia que estos llevaban consigo.
En el rodaje, Craig también tuvo la oportunidad de involucrarse de manera significativa en el diseño de su vestuario. Al referirse a la autenticidad de los trajes, el actor menciona que no hay una forma de recrear por completo la calidad de los trajes de esa época.
“Jonathan llegó y dijo: ‘Debemos tratar de ser originales. Los que llevo son trajes auténticos de Brooks Brothers de los años cincuenta y solo hay uno de cada modelo. No es posible recrear esa calidad”. Para Craig, esta búsqueda de autenticidad no solo se trata de un detalle estético, sino de un componente que tiene un impacto emocional en su interpretación. En su experiencia con la franquicia de James Bond, los trajes siempre fueron una parte importante de su personaje, y en Queer, la ropa no es solo un accesorio, sino una extensión del alma de William Lee.
Para Craig, su participación en la película representa más que un simple papel; es un punto de inflexión significativo en su carrera, especialmente después de su larga etapa interpretando a James Bond.
A lo largo de los años, su trabajo como el agente secreto más famoso del cine lo consolidó como una de las grandes estrellas de Hollywood, pero también lo dejó con el deseo de explorar otros terrenos artísticos. El actor reconoce que Queer representa un regreso a sus raíces como intérprete, algo que había dejado en pausa mientras se dedicaba a la saga de Bond.
En cuanto a la repercusión que podría tener la película en su carrera, Craig expresa que es consciente de cómo la industria lo percibe tras su paso por Bond, pero está en paz con ello. Para él, la idea de ser etiquetado como un actor solo vinculado a una saga tan icónica no es algo que le preocupe en exceso.
“Trato de no pensar en cómo me ve la industria del espectáculo. Entré en Bond sabiendo que tendría un impacto en mí como actor y en cómo la gente me percibe. Alguien se sentirá desconcertado. Verán la película y dirán: ‘¿Qué es esto?’ Pero no puedo hacer nada al respecto”, reflexiona. Ahora, con Queer, el actor abraza la oportunidad de sorprender al público y, quizás, hasta redefinir su carrera.