El desembarco de Diego Kravetz como número dos de la SIDE de Santiago Caputo esconde además del obvio interés de los libertarios por dañar a Jorge Macri, una relación tóxica entre los espías y la Policía de la Ciudad que comanda Waldo Wolff y, hasta hace días nomás, el flamante Señor 8.
Kravetz llega a la Side con la delicada misión de ponerle un límite al grupo que lidera el director de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), el comisario general retirado Alejandro Pablo Cecati. Un área que históricamente se conoció en el organismo como «Interior», pero que ahora sumó otras funciones.
Cecati en su momento fue cercano al poderoso maestro de espías Jaime Stiusso y cuando Santiago Caputo tomó el control de la SIDE se incorporó al organismo. El problema es que en ese desembarco se cruzaron relaciones con la Policía de la Ciudad, que podrían violar la ley de Inteligencia Nacional, según explicó a LPO un ex funcionario del área.
Cuando Cecati fue designado en el cargo nombró como jefe de Gabinete un empresario gastronómico que es socio de la esposa del ministro de Seguridad, Waldo Wolff, en el restaurante «El Ombú» de Belgrano que acogió recientemente a jugadores de la selección Argentina, el Chiqui Tapia e importantes representantes de jugadores.
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De esta manera se mezcló la interna porteña entre Wolff y Kravetz con la espinosa trama de espías que maneja el principal asesor del presidente Milei. Es que con estos cambios, la SIDE empezó a colaborar con tareas de la Policía de la Ciudad, algo que está prohibido por las leyes de la democracia que restringen con severidad la inteligencia interior.
Cuando Cecati fue designado como director de la Agencia de Seguridad Nacional de la SIDE, nombró como jefe de gabinete un empresario gastronómico que es socio de la esposa del ministro de Seguridad, Waldo Wolff, en el restaurante El Ombú de Belgrano.
La relación tóxica de la Policía de la Ciudad con la SIDE de Santiago Caputo quedó en evidencia durante la investigación del asesinato del ciudadano uruguayo Fabián Sturn Jardón, ejecutado en plena Recoleta por tres tiros por la espalda, en un crimen con el sello de las ejecuciones narco.
En la investigación del crimen, el fiscal Marcelo Roma citó a declarar al chofer del Uber que había trasladado al uruguayo asesinado para un lunes. Pero el sábado el chofer se acercó espontáneamente a una comisaria para denunciar que hace dos días los seguía un auto, temeroso que fueran narcos vinculados con el crimen. Cuando el policía le pregunto los detalles del vehículo que lo seguía la respuesta los dejó helados: «Esta ahí afuera».
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De inmediato, policías se acercaron al vehículo y su sorpresa fue mayor cuando los ocupantes se identificaron como agentes de la SIDE, que estaban «colaborando» con la investigación del crimen del uruguayo.
Los espías de la «nueva» SIDE también habrían auxiliado a la Policía de la Ciudad en la búsqueda de los once presos que se escaparon de la Alcaídia de Barracas, hecho que investigó la fiscal Celsa Ramírez. En ambos casos, los espías no contaban con respaldo legal para hacer esas tareas, explicó a LPO un funcionario judicial.
Sin embargo, en el gobierno porteño afirmaron a este medio que fueron los fiscales Roma y Ramírez quienes pidieron el auxilio de la SIDE.
Como sea, estos episodios ponen en evidencia la relación tóxica que se está creando entre la SIDE y la Policía de la Ciudad desde que Santiago Caputo se hizo cargo de la inteligencia. De hecho, en sectores del gobierno preocupa que agentes exonerados de la Policía de la Ciudad recalaron en los últimos tiempos en la SIDE, para luego ser reincorporados a la fuerza porteña, reveló a LPO un funcionario del área.
Ese avance de hecho de la SIDE en tareas de inteligencia interna muy al borde de lo permitido por la ley se suma a los decretos publicados por el ministro de Defensa, Luis Petri, que busca habilitar a las Fuerzas Armadas a realizar tareas policiales, como reveló LPO,