CÓRDOBA.- El presidente saliente de los Estados Unidos, Joe Biden, conmutó las condenas de casi 1500 convictos que cumplen largas penas. “El mayor número de la historia en un solo día”, indicaron desde la Casa Blanca. Víctor Saldaño, el único argentino condenado a muerte en ese país y que lleva 27 años en el denominado Corredor de la muerte, no está incluido porque solo el gobernador de Texas es quien, por su sentencia, le puede conceder la “clemencia”.
LA NACION habló con familiares del hombre nacido en Córdoba y confirmaron que mantienen intercambio de cartas, pero que no tienen ninguna novedad de su causa.
Ante la Justicia estadounidense, Saldaño cuenta con el patrocinio de los abogados Scott Smith, designado por los tribunales federales, y Benjamin Wolff, nombrado por los tribunales estaduales. El profesor Jonathan Miller, contacto habitual con la prensa por este caso, varias veces dijo a este diario que el cordobés sí acepta un pedido de clemencia.
En ese punto difiere con Juan Carlos Vega, representante ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “El único que puede conmutarle la pena es el gobernador de Texas -ratifica-. Aun así nosotros hasta ahora rechazamos todo indulto o conmutación de penas. Solo pedimos y aceptamos que Texas cumpla con la ley. Es decir, con la sentencia de la CIDH”.
La CIDH emitió tres informes desde 2016, todos son de fondos. Se trata de la única jurisdicción supranacional que juzga la conducta de los 34 estados americanos, y condenó a Estados Unidos por “racismo” en su sistema judicial.
En uno de 2017 le ordenó a los Estados Unidos sacar de inmediato a Saldaño del corredor de la muerte; apunta que ese espacio “no es una prisión, sino un sitio técnico de tortura”. Además, declara la nulidad de las dos condenas a muerte dictadas en contra del argentino por estar “impregnadas de racismo”.
En 2021, por la pandemia, Texas suspendió durante casi un semestre las ejecuciones y la de Saldaño todavía sigue son fecha. Miller insiste en que antes que nada, la Justicia debe definir si el cordobés es “competente” lo que significa que “tiene que tener un entendimiento racional de por qué está siendo ejecutado”. Para la CIDH, perdió su salud mental por los años que lleva en el “corredor de la muerte”.
Una de las hermanas de Saldaño contó que mantienen la correspondencia escrita, con los intervalos que eso significa. También confirmó que siguen en comunicación con Cancillería. Lidia Guerrero, la mamá de Saldaño, está “más grande, más débil de salud, y ya no le es tan simple pensar en viajar”. La última vez que lo vio personalmente fue en noviembre de 2017, cuando lo notó que “desconectaba, no mantenía la atención, se cansaba”. Las únicas visitas que recibe son del Consulado argentino, confirmaron desde la familia.
El 25 de noviembre de 1995, en Dallas, Texas, Saldaño y un amigo mexicano –alcoholizados y drogados- secuestraron a Paul King, un comerciante. Horas más tarde, el cuerpo del hombre fue encontrado en un bosque. La policía detuvo al cordobés, quien tenía el arma y el reloj de la víctima.
Su cómplice, que confesó el hecho, fue sentenciado a cadena perpetua. Saldaño recibió la primera sentencia de muerte en julio de 1996 y desde septiembre de ese año está en el Corredor de la muerte. Primero fue en Huntsville, en un pabellón de máxima seguridad, pero más flexible que la cárcel Allan B. Polunsky, de Livingston, Texas, donde fue trasladado hace años.
En 2000 en un fallo inédito, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la primera condena a muerte y admitió que la sentencia fue discriminatoria porque consideró como agravante la condición de hispano de Saldaño. En un segundo proceso, para el jurado no hubo dudas de la “peligrosidad futura” que representaba el cordobés. Nuevamente, fue condenado a muerte. En 2019 denegó la última instancia de apelación al argentino, no aceptó tomar su caso en revisión.
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